Vivir en un vecindario sin panaderías llevó a Luis Esteban Mendieta y a Pamela Rojas a emprender. Algunas veces, sólo se necesita un empujoncito, muchas ganas, y por supuesto, buena mano para la cocina, para crear algo desde cero.
Y es que hacer panes no es cosa fácil, las madrugadas, el corre-corre, ver la levadura crecer, los primeros intentos de prueba y error… Todo suma y hace que en el horno se cocine mucho más que harina, levadura y agua: se cocinan dudas, incertidumbre y muchas expectativas.
Lucho y Pame, como les dicen de cariño, confiesan ser unos antojados de buen pancito y buena repostería y, por falta de ofertas en su vecindario, a Lucho se le ocurrió hacer su propio pan al inicio de la pandemia.
En Semana Santa compró levadura y ese mismo día hizo su primer pancito de queso. “Nada espectacular”, dice él mismo, siendo autocrítico, pero lo cierto es que ese día, así como crecía ese pancito en el horno, crecía su sueño de tener su propio negocio.
Lo que terminó de darles el impulso fue un documental de History Channel:
“Vimos un documental sobre empresarios de los años 1900 que no se rindieron ante la adversidad, entre ellos los hermanos Kellog, el inventor de Hershey’s y los de Snickers; mirar este documental nos motivó a crear nuestro propio emprendimiento”, dice Pame.
Después de muchos intentos fallidos, Luis Esteban logró sacar su primer pancito casero salado y esa ha sido la receta que desde ese día llevan a todos sus clientes.
“El negocio prácticamente comenzó con el boca a boca, anunciamos a nuestros familiares y amigos que estábamos vendiendo pan casero y a partir de ahí nació la ruta panadera”, cuenta Lucho. Confiesa que iniciaron su emprendimiento con un capital de solo 28 mil colones y así ha ido creciendo y multiplicándose gracias a la calidad de su producto y los buenos comentarios de quienes tienen la suerte de probarlo.
¡Por las nubes!
La Panadería ha ganado gran parte de su fama por sus famosísimas nubes. Un producto que no se encuentra en otro lugar.
Pame se encargó de incluir la parte dulce que no podía faltar en La Panadería: sus deliciosos cupcakes y su famosa invención: las nubes.
Se trata de queques con influencia japonesa y costarricense con una textura súper esponjosa que se siente como si mordieran una nube. Este producto tan original es fruto del ingenio de Lucho y Pame, quienes se confiesan amantes de Japón y de toda la cultura japonesa y se inspiraron en los postres *fluffy* que son tradicionales de esta gastronomía:
«Quisimos traer a todos los clientes un pedacito de Japón combinado con Costa Rica», comentan.
Ofrecen sabores como Nube Voladora (de vainilla), nube Sakura (de churchill), nube Matcha (de té verde matcha) y algunos sabores de temporada como la nube de rompope en Navidad, y nuevos sabores frescos y frutales que vendrán para la época de verano.
¿Por qué se llama La Panadería? Pues porque Pame y Lucho creen en las cosas simples y para ellos lo sencillo y lo mejor.
Los caracteriza la mejora continua, la curiosidad por siempre brindar a sus clientes opciones diferentes y ofrecer productos únicos y difíciles de encontrar. Los destaca también su enfoque 100% en las necesidades del cliente y siempre se aseguran de que cada cliente quede satisfecho y quiera repetir.
“Llevamos un producto de calidad artesanal hecho con cariño y sobre todo personalizado para cada cliente, ya que cada producto es diferente en sí mismo, por lo que cada cliente recibe una pieza de pastelería o panadería diseñado y pensado exclusivamente para ellos”, cuenta Pame.
¿Qué ha sido lo más bonito y lo más difícil de emprender?
Lo más bonito o divertido de emprender es que cada día que pasa Lucho y Pame creen más en ellos mismos, en la mejora continua a beneficio de sus clientes. Su sueño es ser empresarios y con el camino del emprendimiento se sienten más cerca de cumplirlo.
Lo más difícil son los sacrificios que representa la fabricación de sus productos, que es compleja: llevan gran elaboración para brindar algo exclusivo a los clientes; sin embargo aseguran que al trabajar en su emprendimiento disfrutan cada momento. Y se enfocan en la meta a largo plazo, dejando el cansancio atrás.
Como reflexión final, Lucho y Pame le dan un consejo a quienes se aventuran a emprender:
“¡Hay que creérsela! Yo no sabía que tenía un talento en mis manos para la elaboración de pan, y aquí estamos. Muchas veces, pensamos que no tenemos habilidades pero lo cierto es que ahí están, lo más importante es conocerse a uno mismo y no tener miedo del qué dirán o la incertidumbre de lanzarse a lo desconocido. En Costa Rica tenemos talento de sobra”, concluye Lucho.
Asombrosamente provechosa esta publicación. Espero leer más artículos así.
Incluso yo, que me dedico a la hostelería desde hace 3 años
me he quedado sorprendido.