Frecuentemente, las personas tienden a confundir situaciones que ocurren con el consumo de lácteos; por esta razón, Francisco Herrera Morales, nutricionista de Dos Pinos explica la diferencia entre la sensibilidad a la proteína A1, la intolerancia a la lactosa y la alergia a la proteína de la leche de vaca.
La sensibilidad a la proteína A1 consiste en una reacción adversa que algunas personas experimentan al consumir productos lácteos que contienen la proteína A1. Según el especialista, no se trata de una reacción del sistema inmunológico, sino de una respuesta gastrointestinal o digestiva y se puede resolver al consumir una leche que solo contenga proteína A2.
La intolerancia a la lactosa se presenta cuando el intestino delgado no produce o genera muy poca cantidad de una enzima que se encarga de digerir la lactosa o azúcar natural de la leche. De acuerdo con Herrera Morales, al no digerirla, esta se queda en el intestino delgado y genera síntomas como distensión abdominal, cólicos, diarreas, gases y otros. En este caso, lo recomendable es consumir productos deslactosados.
Por último, el nutricionista explicó que la alergia a la proteína de vaca es una respuesta inmunológica exagerada que puede desencadenar síntomas leves como urticaria y congestión nasal, hasta graves como dificultad respiratoria y anafilaxia. Para estos casos, la recomendación es evitar el consumo de lácteos.
“Es de suma importancia que las personas conozcan la diferencia entre estas situaciones, los síntomas y las recomendaciones. Igualmente, se aconseja que el diagnóstico sea brindado por un especialista en el área”, resaltó Herrera Morales.